Aunque la premisa es interesante, con un Ig Parrish, a quien todo el mundo toma como el asesino de su novia, despertándose crudo un día para descubrir que le han crecido un par de cuernos en la frente que además hacen que las personas le declaren sus más profundos y sucios secretos sin más, de pronto se pierde el empuje de las primeras páginas para sumergirnos en la historia de la infancia de Ig, sus primeros escarceos amorosos con Merrin y su relación con su hermano y su mejor amigo para después retomar el relato desde donde lo dejó, pero sin la misma fuerza.
Los personajes están bien desarrollados como suele ser la costumbre, la historia, aunque poco entretenida en algunos puntos, se está bien contada, e incluso hay un par de momentos donde uno se olvida qué libro es el que está leyendo.
La utilización el tema de la infancia es muy recurrente en Hill. En éste libro siento que estuvo de más o, por lo menos, demasiado extendido cuando pudo haber recortado ésa parte y contar más a partir del momento que se da cuenta para qué sirven los cuernos y la cual es la mejor parte del libro.
El tema moral que plantea el libro (una persona se convierte en el diablo, o en un diablo y es capaz de conocer de primera mano lo peor de la gente) queda muy a medias, para decantarse de inmediato en el tema de Merrin y en lo mala que es la vida de Ig. Cuando el conflicto se resuelve, no termina de convencer del todo.
Es un libro bueno, pero no lo considero de la misma calidad que "El traje del muerto" o de sus cuentos en "Fantasmas".
Cuernos - 7